viernes, marzo 26, 2010

Volver a los 17...

A propósito de mi segunda adolescencia...



Volver a los 17.
Violeta Parra.


Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente,
volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra.
Ay si si si


Mi paso retrocedido
cuando el de ustedes avanza,
el arco de las alianzas
ha penetrado en mi nido,
con todo su colorido
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.

Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el mas claro proceder
ni el más ancho pensamiento,
todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencias,
sólo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.

El amor es torbellino
de pureza original,
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros,
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.

De par en par la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana,
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.

lunes, marzo 22, 2010

Estoy segura...

Estoy segura de que Dios me conoce lo suficiente como para saber que sueño e imagino demasiado; sabe que ambas cosas son cotidianas para mí. A veces me debrayo, y Él tiene que dar un par de palmadas para que caiga en la cuenta de que lo estoy haciendo de nuevo.

Me deja soñar, pero procura que no empiece a levitar en mis nubes esponjosas pero frágiles. En ocasiones, estoy en medio de mi propia novela de amor, y Él se encarga de poner la pausa y apagar la pantalla; y antes de que yo me ponga triste y haga berrinche ya tiene preparada una frazada y una explicación clara de por qué todavía no.

O me hundo en mis cuestionamientos sobre la realidad, me enojo, me indigno por lo que pasa a mi alrededor. Y Él me centra, me enfoca en aquella Cruz: "lo hice, ¿recuerdas?", y no me queda más que aferrarme con fuerza y seguir creyendo, confiando.

No sé cómo lo hace, pero agradezco que mi vida dependa de Él, y no de mis sueños y mis inquietudes.

Coyoacán, marzo 22 de 2010.

sábado, marzo 20, 2010

Disfrutando la segunda vuelta...

Después de una salida con algunos jóvenes de la iglesia, he llegado a una conclusión: estoy pasando por mi segunda adolescencia. Suena muy descabellado, a mis dulce veintidos ¿cómo puedo hablar de adolescencia? Permítanme explicar la situación.

En la primera adolescencia, no hice muchas cosas. No tuve muchos amigos, no salí tanto, no hice cosas "locas"... Si bien me encontré con un arte que me apasiona, mi tendencia fue más bien a no hacer nada que fuera "rebelde". Y aunque no me he tatuado y perforado la nariz, últimamente estoy disfrutando de momentos muy divertidos.

Por ejemplo, hoy. Fuimos cerca de la Marquesa, y nos mojamos en unas lanchitas; antes eso era casi inaceptable para mí. Reir por cosas sin sentido, ver películas de chicas con mis amigas en una pijamada, salir con mis amigos todo el día... todas fueron cosas que me perdí cuando tenía 16 años.

Pero ahora, tengo tiempos de esparcimiento con amigos y chavos de mi edad. Tal vez Dios me esté dando esta segunda oportunidad de divertirme como joven, antes de concluir mi tiempo en la universidad.

Es chistoso todo esto. Pero le agradezco a Dios el tiempo y lo que estoy viviendo ahora.

jueves, marzo 18, 2010

¡A Dios sea la gloria!

¿Cómo agradecer
lo que hizo el Señor por mí?
Que, sin merecer,
derramó su sangre carmesí;
un coro de un millón de ángeles
no expresará mi gratitud,
pues lo que soy y un día anhelo ser,
lo debo todo a él.

A Dios sea la gloria,
a Dios sea la gloria,
a Dios sea la gloria,
por lo que hizo por mí.
Con su sangre me ha salvado,
su poder me ha sanado,
a Dios sea la gloria
por lo que hizo por mí.

Quiero vivir una vida
que sea agradable sólo a él,
y si ganare alguna fama,
toda al Calvario la llevaré.

Con su sangre me ha salvado,
su poder me ha sanado,
a Dios sea la gloria
por lo que hizo por mí.

Andraé Crouch.
Himno 2 del Himnario Evangélico Presbiteriano.

miércoles, marzo 17, 2010

No me mueve, mi Dios...

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo.

domingo, marzo 14, 2010

Una de las clásicas...



Amorcito corazón,
Yo tengo tentación de un beso,
Que se prenda en el calor
De nuestro gran amor, mi amor.

Yo quiero ser,
Un solo ser, un ser contigo,
Te quiero ver, en el querer para soñar.

En la dulce sensación
De un beso mordelón quisiera,
Amorcito corazón
Decirte mi pasión por ti;

Compañeros en el bien y el mal,
Ni los años nos podrán pesar,
Amorcito corazón, serás mi amor...

viernes, marzo 05, 2010

La necesidad de creer

Ahora estoy sentada en una banquita en el centro de Coyoacán, muy cerca del kiosko.

Y estoy pensando en mi necesidad de depender de algo más grande... cometo un error al decir "algo", se trata de ALGUIEN más grande que yo, superior e inmenso, pero que a la vez me observe con un interés genuino, por mero amor y no porque quiera adquirir un beneficio de mí.

Es la necesidad que los científicos han reducido a eso, y que, por lo tanto, puede ser suplido por cualquier creencia o sistema de valores que nos acomode. Pero ¿es cierto eso?

Si tenemos la necesidad de alimento, buscamos algo comestible, apetecible; sí que nos guste, pero también hay que considerar que requerimos nutrimentos para seguir vivos y con salud. Tal vez te guste mucho comer papitas fritas, pero si lo haces diario no será posible que mantengas una salud adecuada, puedes engordar y estar desnutrido.

Así también con la necesidad de abrigo: puedes comprarte miles de abrigos que estén a la moda, pero si no te sirven para cubrirte y estar cómodo, sólo desperdiciaste tu dinero.

Con la necesidad de creer, pienso, sucede algo parecido. Es verdad, algo en nosotros nos impulsa a buscar en qué creer, pero si satisfacemos esa necesidad con chatarra o cosas extravagantes, a la larga seguiremos sintiendo ese hueco en la panza y tendremos la piel helada. Podremos estar bien gordos, quizá obesos, pero con el riesgo a morir de anemia.

Dios sabe esto, ¡porque Él puso esa necesidad en nosotros! Y "casualmente", Él la puede cubrir a la perfección, por mero amor.

Después de todo, Él es pan de vida que nos nutre, nos fortalece; y bajo Sus Alas encontramos abrigo y protección.

Coyoacán.

Marzo 5, 2010.

martes, marzo 02, 2010

De Fina Estampa...



Una veredita alegre
con luz de luna o de sol
tendida como una cinta
con lazos de arrebol.

Arrebol de los geranios
y sonrisas con rubor
arrebol de los claveles
y las mejillas en flor.

Perfumada de magnolias
rociada de mañanita
la veredita sonríe
cuando tu pie la acaricia

Y la cuculí se ríe
y la ventana se agita
cuando por esa vereda
tu fina estampa, pasea.

Fina estampa, caballero
caballero de fina estampa,
un lucero.
Que sonriera bajo un sombrero
no sonriera
más hermoso ni más luciera
caballero
Y en tu andar, andar
reluce la acera
al andar, andar.

Te lleva hacia los zaguanes
y a los patios encantados
te lleva hacia las plazuelas
y a los amores soñados.

Veredita que se arrulla
con tafetanes bordados
tacón de chapín de seda
y fustes almidonados.

Es un caminito alegre
con luz de luna o de sol
que he de recorrer cantando
por si te puedo alcanzar.

Fina estampa, caballero
quién te pudiera guardar
Fina estampa, caballero
caballero de fina estampa,
un lucero.
Que sonriera bajo un sombrero
no sonriera
más hermoso ni más luciera
caballero
Y en tu andar, andar
reluce la acera
al andar, andar.