lunes, diciembre 31, 2012

De Propósitos/Deseos/Metas/Y Similares

Hecho el balance del 2012, ahora corresponde pensar lo que quiero hacer para el 2013. No estoy segura de titularlos "propósitos", porque esos nunca los cumplo (ja!). Pero tampoco encuentro cómo nombrarlos, pero son acciones/actitudes/rutinas que deseo emprender.

Un gran desafío que quiero tomar es algo que encontré en mis notas personales: Leer más, pensar más, escribir más, preguntar más y conformarme menos. No está fácil, requiere disciplina, esfuerzo y sacrificio -¡pero me entusiasma el proyecto! Tal vez sí sea bueno pensar alguna sencilla estrategia para ir logrando avances; por ejemplo, antes de dormir leer más, escribir en el blog sobre lo que estoy pensando, y cosas por el estilo.

Otro gran desafío: Orar más. Y no sólo por hacerlo, sino de manera intencional y concienzuda más allá de lo típico y tradicional que he aprendido hasta ahora. Y dentro de esto, escuchar Su Voz, porque tengo la mala costumbre de formular un buen monólogo, pero no doy espacio para escucharle.

Estudiar la Biblia más, porque necesito ese marco de referencia para mi fe y para dialogar con mi realidad. Quiero conocer más a Jesús y seguirle sin prejuicios ni religiones, deseo dejar mis rígidas estructuras que no  me llevan hacia Él y que al final de nada sirven.

Ser más disciplinada para aprovechar mejor mi tiempo. Luego sólo lo uso mal o lo desperdicio. Y con esto no sólo me refiero al trabajo, también a mis espacios de recreación y descanso, de estudio, de amistades, de ejercicio físico. Cabe señalar que requiero tiempos fijos de retiro, un día al mes es lo que estoy pensando; pero también debo destinar tiempos fijos para el trabajo en casa y el estudio personal.

Ahorrar e invertir mi dinero sabiamente. Gracias a Dios tengo el sustento diario, pero creo que es posible hacer mejor uso del dinero que llega a mi cuenta. Mejorar la forma en que hago mi planeación financiera mensual, considerando los gastos necesarios y los espacios en que puedo invertir.

Aprender algo nuevo. Con esto me refiero a una actividad diferente, algo artístico que me ayude a conectar más neuronas; la guitarra y la fotografía son las opciones que tengo en mente -confieso que la segunda me atrae más. 

Ocupar mis manos. Tengo dos y seguro que pueden hacer cosas útiles. Desde cocinar u hornear, hasta bordar y cocer. No permitir que estén ociosas, ocuparlas para crear.

No estoy esperando que todo se me resuelva en el primer mes, porque no va a pasar. Pero sí anhelo seguir creciendo. Sé que el Señor movió cosas profundas este año y me está llevando a hacer preguntas, a buscarle sin máscaras y a esperar en Él. Confío que seguirá guiando, confrontando y animándome para empezar a dar buenos pasos en este 2013.


Lo que Dios hizo en el 2012

La base de mi alabanza y servicio debe ser 
el conocimiento de lo que Dios hizo en el pasado, 
porque puedo ver su actuar en la vida de su pueblo.
De mis notas personales. 14 de febrero de 2012.


Hace un par de días hice un ejercicio de recorrido por todo mi 2012, con el fin de ubicarme en mi propio momento de vida, procurando ser equilibrada en el balance de fin de año. Como era de esperarse, me reí de mí misma, me sorprendí, me hice preguntas, y comprobé que este año Jesús estuvo siempre ahí, andando junto conmigo.

Enlistaré a continuación algunas de las oraciones con las que caminé todo el año, y sus respuestas:

1. Pedí tener amor por los estudiantes politécnicos. ¡Y los amo! No con un sentimentalismo hueco, sino por decisión y con todo lo que eso implica (sudor, lágrimas y demás). Pero lo más increíble y bonito ha sido que ellos me han adoptado y me aman a pesar de mí misma.

2. Pedí salir de mi área de confort, de mi comodidad. Lo más fuerte al leer esto fue recordar que estuve metida en la marcha de Zacatenco y en la protesta en Bellas Artes cuando fue el paro en el IPN, sin dejar de lado la caminata de oración que hubo en el campus. Rompí mis propios límites no importando que doliera o fuera incómodo.

3. Fui muy consciente de mi hipocresía y mi pobreza espirtual. Y eso ha generado el anhelo de no ser religiosa ni farisea y vivir mi fe más genuinamente, más en lo cotidiano de mi vida. Eso incluye abrir mis oídos a los que no son ni piensan como yo, aceptar al que es diferente porque también es ser humano como yo y debe ser tomado en cuenta. ¡Y vaya que es difícil esto! Me cuesta mi orgullo, mi soberbia y mi egoísmo.

4. Quiero vivir como discípula. Muy ligado al punto anterior. Creo que he descubierto que mis propios esquemas ya los agoté hasta el punto en que no son suficientes para seguir creciendo en la fe. Quiero renunciar a mis propios "mandatos de hombres" para caminar más cerca de Jesús y aprender de Él.


5. Le pregunté a Dios ¿cuál es la justicia de tu Reino? Aquí debo decir que no he tenido una respuesta concreta, pero sí que Él ha puesto en mi corazón más inquietud por comprender más qué es eso de su Reino, cuáles son sus valores, cómo se vive y practica en el día a día. Y está relacionado con la misión integral, tema que ha empezado a cautivarme.


6. Pedí que el Señor me ayudara a verlo en mi iglesia local. Luché mucho con esto. Pero justo dos semanas antes de terminar el año, vi el amor de Jesús y lo palpé en un puñado de hermanos y hermanas a quienes aprecio y me muestran su amor libremente. ¡Ellos y ellas son mi iglesia!

7. Reconocí mi necesidad de ser valorada, acompañada y amada. Y por eso pude aprender que el Señor es mi Pastor, que me expresa su amor y lo manifiesta de maneras que tal vez yo no entiendo ni veo en primera instancia. Él ya me ama, ya me valora y ya me acompaña, y no me pide que sea brillante y excelente, sólo que permanezca en su amor.


8. Pedí personas que fueran mis mentores. Ha sido realmente feo mirar que yo andaba idealizando esto. Pero hace unas semanas alguien me cuestionó sobre el punto: "yo no entendía, ¿qué la célula de profesionistas no puede hacer esto?". Este año me integré a dicha célula, y ahí no sólo encontré un espacio de risoterapia (el que sepa leer, que lea), sino que encontré nuevos amiguitos y amiguitas que impiden que yo me encierre en mí misma: me obligan a mirar lo que sucede "allá afuera" en la vida profesional. Además, me cuidan voluntariamente y me recuerdan que antes que ser asesora soy ser humano; y abren mis posibilidades de servicio y amor a otros.


9. En el fondo, deseaba ser más yo de manera plena. De alguna forma, me sentía atada a los estándares o a las muestras de éxito, tenía miedo de "no dar el ancho". Pero este año estuve envuelta en un proceso de auto-conocimiento, siempre preguntado a Dios sobre quién era yo. Y ha sido lindo llegar a este punto en que no siento vergüenza de mí misma, porque sé que soy libre de ser yo porque Él ya me ha amado y recibido así; por supuesto, tengo fallas y cosas poco (o nada) agradables pero confío en su Espíritu que obra en mí y que perfeccionará la obra.

Y para cerrar este post, este 2012 fue el año que aprendí y comprendí en carne propia que la vida cristiana es una constante lucha de perseverancia y paciencia; que el dolor y el sufrimiento son compañeros en este camino de seguir a Jesús. "Cualquier puede ser cristiano cuando las cosas marchan bien", dijo mi pastor ayer, pero ¿y cuándo no estamos bien? Ahí es cuando vemos la realidad: la vida en esta tierra no es fácil ni sencilla, tomar decisiones y las consecuencias de éstas cuesta mucho, la injusticia y la corrupción son una realidad. Pero la otra parte de la realidad en nuestro caminar cristiano es que la gracia sobreabunda y basta, que Jesús ya pasó por ahí y nos comprende; que hay un Señor sentado en el trono y nada, absolutamente nada está fuera de su juicio y su misericordia.

El efecto por leer mis notas ha sido bello, porque me ha hecho levantar mis manos y dar gracias porque, pese a mi ceguera y egoísmo, Jesús siempre estuvo presente. Sigue cumpliendo aquella promesa que me desarmó y me rindió a sus pies: Yo siempre estaré con ustedes, hasta el fin del mundo.


jueves, diciembre 20, 2012

El abuelo Gaspar: un gran regalo de Dios.

Las personas son regalos de Dios. Y por medio de cada una Él nos enseña, nos guía, nos regaña y nos expresa su amor. Por eso, cuando ya no están nos duele, porque nos separamos de alguien que fue creado a imagen y semejanza de Él, es decir, ya no está quien nos ayuda a recordar que Dios está presente en este mundo que parece de cabeza y es un caos.

El martes partió mi abuelo Gaspar, un regalote que Dios puso en esta tierra para hablarme sobre el disfrute de la vida en las cosas sencillas y cotidianas. Un hombre que siempre admiré y seguiré admirando, porque sé que a pesar de que ya no está aquí, lo seguiré conociendo cuando escuche las anécdotas y las historias de mis tíos y tías, mis primos y primas, y sobretodo de la abuela con quien compartió toda la vida. Es decir, aunque ya no lo veré en esta vida, sus palabras y sus recuerdos seguirán dando cuenta de quién fue en la voz de todos nosotros que lo amamos.

Tan sólo han pasado un par de días y he conocido que el abuelo fue un hombre que amó y que se dio a sí mismo. No fue perfecto, por supuesto; ninguno de nosotros lo es. Pero vivió amando a su esposa y a sus trece hijos -muy a su manera, je-; también nos amó a sus treinta y tantos nietos. Apuesto que cada uno podemos recordar algún detalle que tuvo hacia nosotros, que fue especial y espontáneo, quizá muy sencillo pero profundamente significativo. Estoy segurísima que sí.

¡Y por eso damos gracias en medio del dolor! Porque se vale agradecer en medio de la pérdida; de no ser así, ¿de dónde podríamos aferrarnos para no desmayar? ¿cómo podríamos seguir recordando su sonrisa sin sentir que la vida y el alma se nos van de las manos? ¡No lograríamos compartir con otros quién fue y todo lo que hizo con y por nosotros!

Duele, sí duele. Porque la muerte no debería existir, no estaba en el plan original; no obstante, estamos hechos de historias (diría Eduardo Galeano), que son capturadas por la memoria para ser guardadas en el corazón y señalarnos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Gaspar se fue, pero se quedan sus historias, su propia historia de vida que nos enseña un poco de nosotros mismos, y eso nos ayuda a continuar caminando, porque se hace camino al andar.

Por mi parte, guardo con mayor amor y ternura tres cosas sobre el abuelo: el único "domingo" que me dio cuando tenía 10 años, y que me hizo sentir rica por unos instantes; la plática en Querétaro, cuando él -con unas copas encima- se puso a bailar bajo la lluvia y me dijo que la vida era para disfrutarla, cerrando con su típica frase "discúlpame hija, estoy borracho"; y el par de veces que me sacó a la pista en alguna fiesta familiar, para darme la bailada de mi vida. Y una extra: cada vez que iba a visitarlo y que me saludaba con un abrazo fuertísimo, estrujante, acompañado con un "¿dónde anda mi chaparrita, eh? ¿dónde anda mi muñequita?".

Dios y Padre mío, gracias por el abuelo Gaspar. Fue un regalo invaluable y un ejemplo de sencillez y amor, de entrega pese a la escasez, de pasión por la vida, de deseo de conocer y aprender sin importar que no se tuviera un papel académico. A los que nos quedamos ayúdanos a seguir caminando, a honrar su nombre y a vivir como debemos hacerlo. Amén.

Gaspar Vilchis Esquivel.
6 de enero de 1930 - 18 de diciembre de 2012.

sábado, diciembre 15, 2012

Soy libre para ser Ada

Por fin rompí mi silencio interior. Semanas atrás había entrado en un mutismo y retraimiento que ni yo misma comprendía. Simplemente no podía tomar mi libreta rústica para mantener mi correspondencia con Dios. Me desesperé conmigo misma, me sentí culpable. ¿Por qué rayos no podía abrirme plenamente y decir lo que sentía, pensaba, soñaba? No lo sé, pero tuve que ser muy paciente. 

Hoy lo logré. Pude tomar la pluma y sacar parte de lo que traigo cargando. Lo lindo fue ser bien sincera con Él, decirle que no me nacía hacerlo pero que sé y estoy segura de que Él sigue conmigo, como siempre ha sido, que me sigue amando a pesar de mis propios temores, culpas, hartazgos y demás. 

Fue una conversación muy franca. Y pienso que un detonante clave fue que, ayer por la noche, estuve más consciente de que en este momento de mi vida me siento libre de ser quien soy; aunque sigo cargando con algunas inseguridades y complejos, ya no tengo miedo de ser Ada, con todo lo que eso implica, es decir, con fallas y aciertos. Ya no tengo miedo porque sé que soy amada y no hay nada en este mundo ni en el que viene que pueda quitarme ese amor.

No tengo que matarme intentando ser alguien que simplemente no soy. No hay necesidad de compararme con nadie, ni de mortificarme porque no cumplo los estándares o las expectativas que otros ponen en mí. Él es el único que puede pedirme un cambio y llevarlo a cabo, y sé que lo hace con ternura, de tal forma que es irresistible trabajar en conjunto con Él.

Soy libre de ser quién soy frente a Él, porque además ¡Él me conoce muy bien! No le sorprende ni le asusta mi personalidad, mi carácter o mis sueños, porque sabe quién soy. Entonces, ¿por qué tratar de ocultárselo? Si antes de que yo supiera de Él quiso traerme hacia sí, sabiendo lo que estaba haciendo con mi vida, ¿por qué tratar de disimular ahora? No tiene sentido, es absurdo e inútil.

Y por eso pude romper mi silencio y platicar sobre lo que estoy sintiendo y temiendo; pude pedirle ayuda, cuidado y fortaleza. Pude sentir su abrazo tierno, diciendo "Yo sé, y te amo", y responder con  una sonrisa y un suspiro de gratitud.

No hay más. Él es el amor de mi vida, pese a mí misma.


Y mientras escribía este post, estuve escuchando esta canción: